Actividades para niños con parálisis cerebral
Actividades
para niños con parálisis cerebral que pueden ser útiles
para mejorar capacidades y calidad de vida. La parálisis cerebral
constituye un grupo de trastornos del desarrollo del movimiento y la postura
que causan una notable limitación de la actividad.
Esta
enfermedad se origina a raíz de una agresión no progresiva sobre un cerebro en
desarrollo, es decir, debido a algún daño producido durante la época fetal o
los primeros años de vida.
La
etiología de la parálisis cerebral puede atribuirse a distintos factores. De
forma general, estos se pueden dividir en tres grupos principales: factores
prenatales, factores perinatales y factores postnatales.
Por lo que respecta los factores prenatales, destacan las
alteraciones en la coagulación, enfermedades autoinmunes o infección
intrauterina de la madre, alteraciones en la placenta como trombosis o cambios
vasculares, y factores fetales.
Los factores perinatales más comunes son la
prematuridad, el bajo peso al nacer, la
fiebre materna durante el parto, la hipoglucemia mantenida y la hemorragia
intracraneal.
Finalmente, la parálisis cerebral desarrollada cuando
el niño ya ha nacido suele deberse a infecciones, traumatismos craneoencefálicos,
estatus convulsivos, intoxicaciones o paradas cardio-respiratorias.
Hay que tener en cuenta que no todas las parálisis
cerebrales son iguales, ya que existen distintos tipos. Podemos encontrar
tetraplegias (afectación de los miembros superiores e inferiores), disparesias
(afectación mayor de los miembros superiores), hemiparesia (afectación de ambos
miembros de un lado del cuerpo) y monoparesia (afectación de un único miembro).
No obstante, sea cual sea el tipo de parálisis
cerebral padecida y los factores etiológicos del trastorno, es indudable
que esta enfermedad origina una gran discapacidad para el niño. Por este
motivo, la realización de actividades desde las primeras etapas de vida resulta
fundamentales para estimular los déficits del niño e incentivar el desarrollo
tanto físico como mental.
Actividades para niños con parálisis cerebral
1- Aprender a controlar la cabeza
La primera actividad que debe realizarse para
estimular el desarrollo de un niño con parálisis cerebral radica en el control
de la cabeza. Para que un niño pueda levantarse, voltearse, sentarse,
gatear o realizar cualquier movimiento, primero de todo debe desarrollar un
cierto control sobre su cabeza.
Esta
tarea resulta dificultosa para todos los recién nacidos, ya que el tamaño y el
peso de su cabeza, en comparación del resto del cuerpo y de su fuerza, es muy
elevado. No obstante, para los
niños con parálisis esta actividad resulta aún más compleja, por lo que los
padres deben trabajar y entrenar esta acción con el bebé.
Antes de enseñar al niño a moverse, girarse o sentarse, hay que
fortalecer el control sobre su cabeza. Para
hacerlo, hay que animar al niño a levantar la cabeza cuando está acostado boca
abajo. Esta acción puede realizarse llamándole la atención con objetos o
colores brillantes.
Si notas que al niño le cuesta levantar la cabeza a causa de la
debilidad de sus regiones corporales, suele ser útil ponerle una cobija doblada
bajo el pecho y los hombros.
En el caso de que el niño no se pueda levantar, cógelo y acomódalo
sobre tu pecho de modo que esté prácticamente sentado. Con esta postura le será
más fácil levantar la cabeza.
Una vez esté boca arriba, se debe agarrar al niño por los hombros
y levantarlo suavemente hasta que la cabeza le cuelgue ligeramente hacia atrás.
Esta acción debe realizarse con precaución y se debe evitarse si la cabeza le
cuelga mucho.
Finalmente, otra acción que permite desarrollar esta actividad
consiste en poner el pezón (o el biberón) junto a los labios en vez de
mantenerlo en la boca para que el niño deba acercarse a la comida por sí solo.
2-
Aprender a girarse y voltearse
Solo cuando el niño ya tenga un buen control de su cabeza, se
puede empezar a practicar la actividad de girarse y voltearse. Para realizar esta acción podemos empezar como
en la actividad anterior, llamando la atención del niño cuando se encuentre
tumbado.
Una vez llamada su atención con algún juguete, debes balancearlo
hacia un lado para que el niño voltee la cabeza. Si después de varios intentos el niño no realiza
la acción, se le puede ayudar levantándole una pierna.
Una vez el niño domine este movimiento, se le puede enseñar a
voltearse hacia un lado estando boca arriba. En este caso, deberás acomodar al niño boca
arriba y ofrecerle un juguete por un lado, animándolo a que se gire para cogerlo.
3-
Practicar la coordinación entre ojos y manos
Una de las características de los niños con parálisis cerebral
consiste en que, muy a menudo, no cuentan con el relejo de agarre durante los
primeros meses de vida.
Si pones el dedo cerca de él, probablemente no lo agarre con su
mano hasta etapas más avanzadas. Este
hecho puede entromete el desarrollo del niño, por lo que es importante
practicar esta actividad.
Para hacerlo, en primer lugar hay que observar si el bebé tiene
siempre la mano cerrada. En caso afirmativo, se le debe frotar suavemente con
la mano desde el dedo meñique hasta la muñeca.
Este hecho hará que abra la mano, y muy probablemente agarre tu
dedo. En el caso de que el
niño no cierre la mano, resulta útil coger un objeto ponérselo en la mano,
cerrársela para que lo sujete y soltar poco a poco su mano para mantener la
acción de agarre.
4-
Estimular el control corporal
Cuando los bebés controlan su cabeza, empiezan a sentarse y
moverse. No obstante, para
sentarse bien, el niño necesita controlar su cuerpo, usar las manos y
balancearse.
La aparición de estas habilidades suelen retardarse en los niños
con parálisis cerebral, por lo que conviene practicarlas y ayudarle a
desarrollarlas. Para hacerlo,
resulta eficaz sentar al niño y, cuando este se caiga, enseñarle a detenerse
extendiendo los brazos.
Una actividad útil para practicar esta acción consiste en acostar
al niño boca abajo sobre un tronco, sostenerlo de la cadera y rodearlo
lentamente hacia los lados.
Mientras lo hagas, debes animar al niño a que se detenga cuando es
balanceado con la ayuda de la mano. Esta misma acción también puedes realizar
acostando al niño sobre tu barriga.
Cuando
el niño pueda sostenerse estando acostado, se hace lo mismo sentándolo y
balanceándolo hacia los lados, y hacia arriba y hacia atrás.
Una vez tenga algo de control, puedes hacer lo mismo sentando al
niño sobre tus piernas y moviéndolas levemente para que el niño intente
contrarrestar la desestabilización producida por el movimiento.
5-
Iniciar el arrastre y gateo
Es importante que el arrastre y el gateo se empiece a practicar
cuando el niño tenga cierto control sobre su cuerpo. Es conveniente seguir el orden de actividades
que hemos comentado hasta ahora.
Para hacerlo, resulta útil empezar acostando en niño boca abajo en
el suelo y llamar su atención con un objeto que esté prácticamente a su alcance.
Si cuando el niño intenta acercarse al objeto no consigue doblar
la pierna, se le deberá ayudar levantándole la cadera. Si al bebé le cuesta empezar a gatear sobre el
suelo, puedes practicar la misma acción sobre tu pierna.
Siéntate en el suelo y acuesta al niño boca abajo en tu pierna.
Llámale la atención con un objeto situado en tus pies para que el niño gatee
hasta él. Cuando el niño
domine esta actividad, anímale a realizarla tantas veces como pueda.
Subir una montaña de paja gateando resulta otra actividad
especialmente beneficiosa ya que permite fortalecer las extremidades del niño.
6-
Aprender a caminar
Para iniciar el niño en la marcha, el bebé debe haber aprendido
anteriormente a gatear y controlar su cuerpo. Una vez dominadas estas dos acciones, se debe
coger al niño por debajo de las axilas, estimular que adopte una postura recta
y apoyar levemente sus pies sobre el suelo.
Esta acción permitirá que el niño use el reflejo de marcha y
fortalezca sus piernas. Cuando
el niño se sujete por sí solo sobre el suelo, colócate delante de él, sujétalo
de las caderas y sepárale los pies para que tenga un soporte amplio.
Posteriormente, debes ir inclinando al niño de lado a lado
suavemente para que aprenda a pasar su peso de una pierna a otra. Cuando el niño casi pueda caminar solo pero
tenga miedo, resulta útil amarrarle un trapo alrededor del pecho.
Debes colocarte detrás de él sosteniendo el trapo sin hacer fuerza
y vigilando al niño en todo momento por si se cae.
7-
Mejorar el equilibrio
De forma añadida, se pueden practicar diversas actividades que
permitan al niño mejorar su equilibrio. Esta
habilidad le será útil tanto para mejorar su capacidad de caminar, como para
evitar posturas peligrosas cuando se siente o cuando se tumbe.
Cuando el niño esté acostado, debes animarlo a cambiar su peso de
un brazo al otro. Para
hacerlo, puedes llamar su atención con un objeto y conseguir que el niño quiera
cogerlo.
Al intentar cogerlo, el niño balanceará su peso hacia un brazo,
por lo que se le debe incitar a que lo vaya cogiendo cada vez con una mano
diferente.
Para mejorar su equilibro sentado, resulta útil colocar al niño
sobre una tabla mecedora. La inestabilidad de la superficie obligará al niño a
practicar sus habilidades de equilibrio. Cuando
el niño gatee, debes animarle a pasar su peso de un brazo a otro y de una
pierna a otra. Así mismo, se le puede enseñar a gatear hacia delante y
hacia atrás.
Estas actividades desarrollarán su equilibrio y a la vez servirán
para que se fortalezcan sus músculos.
Al caminar, resultar útil pedir al niño que se pare y se balancee
sobre las rodillas (siempre y cuando no tenga espasticidad),
y que aprenda a estar quieto de pie, agarrándose a algún objeto.
8-Control de la tensión muscular
Los niños con parálisis cerebral son mucho más propensos a padecer
contracturas, por lo que es conveniente realizar actividades que puedan
prevenirlas. En este caso, es
importante que al realizar los ejercicios no se incremente la espasticidad,
sino que los músculos puedan relajarse.
Para relajar los músculos espásticos suele ser conveniente colocar
trapos calientes sobre los músculos espásticos del niño. Posteriormente, se puede ayudar al niño a
torcerse de lado a lado, estirando sus músculos y reduciendo la espasticidad.
9-
Incorporación del juego
La mejor manera de que los niños aprendan es jugando, por lo que
es importante presentar cualquier actividad como un juego. Es conveniente que las actividades se hagan
durante un tiempo determinado (no muy prolongado) y que estas vaya incorporando
elementos nuevos y atractivos para el niño.
Es importante que el niño aprenda a jugar con otros niños y a
jugar solo, por lo que se le debe brindar la oportunidad de realizar
actividades divertidas. Por
otro lado, el juego es un elemento altamente importante que puede permitir el
trabajo y el desarrollo de sus habilidades.
Incorporar juguetes para fortalecer sus sentidos del tacto, como
barro, cuerdas, poleas, canicas, arena, y juguetes para incrementar sus
sentidos visuales como espejos, colores o títeres, resulta altamente
beneficioso.
Así mismo, juguetes para el equilibro como columpios o hamacas, y
juguetes para el oído como sonaja, flautas o tambores, no solo permitirán que
el niño se divierta, sino que servirán para que incremente su desarrollo.
10-
Inicio en habilidades para la vida diaria
Finalmente, el niño deberá ir desarrollando poco a poco una serie
de habilidades básicas. La
parálisis cerebral hace que esta serie de habilidades tarden más en aparecer,
por lo que también debe practicarse su desarrollo.
Para ayudar al niño a desarrollar nuevas habilidades, en primer
lugar tienes que observar todo lo que puede hacer y todo lo que no puede hacer. Con frecuencia, el niño necesitará mucha ayuda
para hablar y comunicarse, por lo que se le debe ayudar a que se comunique de
cualquier manera que él pueda.
Así mismo, se le debe incitar a que aprenda a comer, vestirse,
bañarse y realizar sus necesidades diarias por sí solo.
Para practicar este tipo de actividades se deberá tener muy en
cuenta las habilidades que tiene el niño e incentivarlas para que las utilice.
Por Marcel Gratacos

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